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¿Seguimos contribuyendo al ruido de la economía de la atención o diseñamos con intención?

Este volumen editado analiza la relación entre la atención humana y las exigencias de la economía digital. Reúne perspectivas de diversos expertos sobre cómo se distribuye la atención, el impacto de la tecnología en nuestras capacidades cognitivas y estrategias para mejorar el enfoque y el bienestar en una era marcada por la distracción constante.
El concepto de economía de la atención se popularizó en los años 90, cuando expertos advirtieron que la atención humana es un recurso limitado en un mundo saturado de información. En 1997, Michael H. Goldhaber acuñó el término, señalando que, a medida que el contenido se multiplica, la atención se vuelve más valiosa. Incluso antes, el psicólogo y economista Herbert A. Simon ya había advertido que el exceso de información inevitablemente conduce a una escasez de atención.
Hoy, las plataformas digitales, las redes sociales y la publicidad están diseñadas para capturar y monetizar nuestro enfoque. Muchos productos priorizan la interrupción y la inmediatez, generando estrés, distracción constante y una menor capacidad de concentración. La economía de la atención prospera en esta competencia por nuestro tiempo, muchas veces a costa de nuestro bienestar.
Un cambio hacia la economía de la intención
Hace poco descubrí un concepto que replantea nuestra relación con la tecnología: la economía de la intención, introducida por Imran Rashid. En lugar de simplemente captar atención, este enfoque propone que la tecnología ayude a los usuarios a alcanzar objetivos significativos. Como señala Rashid: “La tecnología debería servir al usuario, no robar su atención”.
Este cambio de paradigma es crucial. En un mundo donde cada interacción digital está optimizada para retenernos el mayor tiempo posible, la economía de la intención plantea un diseño más centrado en el usuario, priorizando el propósito sobre el consumo pasivo. En lugar de bombardear con notificaciones y distracciones, los productos deberían alinearse con las necesidades y aspiraciones reales de las personas.
Diseñar para la intención, no para la atención
Como diseñadores, creadores y líderes, tenemos una decisión que tomar: ¿seguimos alimentando el ruido de la economía de la atención o creamos experiencias que fomenten la intención y el bienestar?
El futuro del diseño radica en herramientas que apoyen la concentración, la productividad y las necesidades humanas reales, no solo en métricas de engagement. Si priorizamos la intención sobre la atención, podemos construir un entorno digital que empodere en lugar de abrumar. Y ese cambio empieza con nosotros.

FOTO POR Andrew Guan