El Músico Encolerizado (1741) de William Hogarth.
¿Podemos diseñar experiencias de usuario que respeten la atención en un mundo que la exige constantemente?
Hace algunos meses, un colega expresó escepticismo sobre diseñar experiencias de usuario tranquilas y relajantes.
Él dijo: “Como diseñadores, decimos que diseñamos para los usuarios, pero en realidad, diseñamos para las marcas que nos pagan. Su prioridad no es la calma del usuario, sino captar la atención del usuario. Creamos productos que atraen la atención, lo que a menudo conduce a experiencias adictivas que mantienen a los usuarios comprometidos durante horas.”
Entiendo su frustración; yo misma he estado allí. Pero no estoy de acuerdo con esta visión desmotivadora tanto de los diseñadores como de los usuarios.
En lugar de vernos como peones en el juego del mercado, los diseñadores estamos en una posición única para influir en el cambio. Sí, a menudo enfrentamos decisiones difíciles, pero somos participantes activos en el proceso de toma de decisiones. Las elecciones que hacemos dan forma al resultado, y esta idea ha sido central en mi práctica e investigación durante más de 15 años.
Desde el punto de vista del usuario, creo que podemos—y lo hacemos—elegir desengancharnos de las trampas de atención. En una era de sobrecarga de información, nuestros cerebros se han vuelto expertos en filtrar lo que consideramos irrelevante. Muchos de nosotros ignoramos de manera instintiva las áreas ocupadas por anuncios, y los niños de hoy pueden pulsar el botón de «Saltar anuncio» antes incluso de saber leer. A medida que la batalla por nuestra atención se intensifica, nuestros cerebros han desarrollado formas de desinteractuar con la información abrumadora.

Grabado a color del panfleto de Joseph Racknitz de 1789 que intentó revelar el funcionamiento secreto del supuesto autómata ajedrecista de William Kempelen “El Turco”
Diseñando experiencias que respetan la atención del usuario
Investigadores como Eric Brende y Phoebe Sengers han discutido durante mucho tiempo los mecanismos que ayudan a los usuarios a resistir el compromiso innecesario. Lars-Erik Janlert y Erik Stolterman definen la desinteracción como el acto de negarse a interactuar y resistirse a los intentos de captar la atención. Esto puede ocurrir a través de elecciones conscientes o desensibilización inconsciente, permitiéndonos filtrar el ruido constante a nuestro alrededor.
Para los diseñadores, la desinteracción presenta tanto un desafío como una oportunidad. La veo como una oportunidad para crear experiencias mejores y más reflexivas. Sí, no siempre es fácil, pero por eso me hago constantemente estas preguntas:
- ¿Cómo puedo diseñar productos que funcionen sin exigir atención constante?
- ¿Cómo puedo ofrecer a los usuarios un respiro en esta batalla implacable por la atención?
- ¿Es esto lo que parece el diseño calmado?
He estado desarrollando recursos y herramientas con estas preguntas en mente, integrándolos en mis procesos de diseño, con la esperanza de que también puedan ayudar a otros diseñadores.

En Things That Keep Us Busy, Lars-Erik Janlert y Erik Stolterman exploran cómo nuestras interacciones con los dispositivos digitales moldean nuestras vidas, desde la evolución de las interfaces hasta las implicaciones más profundas para la atención y el bienestar. Al abrazar la desinteracción, los diseñadores pueden ayudar a los usuarios a recuperar su atención y tomar decisiones más reflexivas.