Luigi Russolo y Ugo Piatti en su taller milanés de intonarumori, alrededor de 1916.
¿Y si los diseñadores pudieran ayudar a los usuarios a ser más conscientes y estar más presentes?
Últimamente, he estado revisitando No Me Hagas Pensar de Steve Krug, y esto me ha llevado a reflexionar sobre la experiencia de usuario y la gestión de la atención.
Publicada originalmente en 2000, el libro de Krug tenía como objetivo hacer que los principios de usabilidad fueran accesibles para todos, incluso para los que no son diseñadores. Está lleno de ideas que, como dice el propio Krug, parecen «obvias», pero solo después de leerlas. El libro es práctico y conciso, ideal para terminarlo en un solo vuelo, y por eso es un clásico.
En No me hagas pensar, Krug desglosa lo básico del diseño web intuitivo, mostrando cómo la simplicidad puede mejorar significativamente la experiencia del usuario. Está lleno de consejos prácticos, ejemplos de la vida real y un lenguaje fácil de seguir, lo que lo convierte en una referencia tanto para principiantes como para diseñadores experimentados.

En No me hagas pensar, Krug desglosa lo básico del diseño web intuitivo, mostrando cómo la simplicidad puede mejorar significativamente la experiencia del usuario. Está lleno de consejos prácticos, ejemplos de la vida real y un lenguaje fácil de seguir, lo que lo convierte en una referencia tanto para principiantes como para diseñadores experimentados.
En 2014, Krug actualizó el libro para abordar el panorama digital cambiante, especialmente con el auge de las experiencias móviles. A medida que los teléfonos inteligentes, las interacciones táctiles y las pantallas más pequeñas se hicieron más prevalentes, abordó los nuevos desafíos de usabilidad con su característico enfoque directo. Avancemos a 2024, y me encuentro contemplando la siguiente evolución de sus ideas.
Una idea sigue surgiendo: un nuevo título para la próxima fase del pensamiento de diseño: No me distraigas.
Hoy en día, el desafío no se trata solo de hacer las cosas fáciles de usar; se trata de crear experiencias que respeten la atención de los usuarios y su capacidad mental.

Una visión de una edición de 1906 de la revista Punch.
Vivimos en una era en la que los usuarios están bombardeados con notificaciones, ventanas emergentes y demandas interminables de su atención. El diseño reflexivo hoy en día significa reducir las distracciones y ayudar a los usuarios a concentrarse en lo que realmente importa. Es hora de dejar de diseñar cosas que distraigan.
De hecho, quizás necesitemos introducir un poco de fricción en el diseño, no para complicar las cosas para los usuarios, sino para ayudarles a sentirse más vivos. Siempre que sea posible, el diseño debe involucrar a los usuarios con intención y presencia, reflejando una comprensión más profunda de sus necesidades en un mundo de rapidez y fluidez.
Como diseñadores, la pregunta ahora es: ¿cómo podemos crear experiencias que fomenten la atención plena y la presencia? ¿Cómo podemos diseñar de manera que los usuarios se involucren completamente con el momento en el que están?
El diseño consciente no se trata de restringir la participación, sino de alinearse con los estados mentales de los usuarios y centrarse en su bienestar en un mundo lleno de distracciones. Al dirigir nuestra atención hacia la atención plena, podemos guiar a los usuarios hacia experiencias más profundas y con propósito.
Consideremos la evolución del diseño. ¿Cómo podemos evolucionar de la usabilidad a la gestión de la atención, ofreciendo a los usuarios experiencias que respeten su tiempo y presencia? El próximo capítulo del pensamiento de diseño comienza aquí.