Foto de Polina Kuzovkova
El wellness mide cuánto hacemos; el well-being pregunta cómo nos sentimos mientras lo hacemos.
En los últimos años, los términos wellness y well-being se han usado casi como sinónimos. Sin embargo, sus diferencias importan, especialmente al considerar cómo la tecnología y el diseño moldean nuestra vida diaria.
El wellness se refiere a una suerte de «autocuidado optimizado», y se ha convertido en una industria global en auge. Mientras que el well-being se refiere más bien al «bienestar integral» del individuo, por lo que se trata de una aspiración más amplia y centrada en lo humano.
Para los diseñadores, esta distinción abre un debate importante: ¿estamos creando herramientas que optimizan a las personas o experiencias que las ayudan a prosperar de modo integral?
Wellness: la industria de la optimización
El wellness suele asociarse con prácticas y productos orientados a mejorar la salud: rastreadores de actividades, aplicaciones de meditación, planes de nutrición, dispositivos para optimizar el sueño, etc. Se trata de un mercado en expansión que se proyecta en billones a nivel global.
Esta industria puede empoderar a las personas, ayudándolas a asumir responsabilidad sobre su salud, adoptar hábitos más saludables y sentirse más en control. Pero también tiende a enmarcar el bienestar como una responsabilidad personal, a menudo ligada a métricas, objetivos y una constante autooptimización. En el diseño de productos digitales, esto se traduce en funcionalidades como:
- Seguimiento y monitoreo: pasos caminados, horas dormidas, calorías quemadas.
- Gamificación: rachas, medallas y recompensas por “buen comportamiento”.
- Recordatorios constantes: alertas y notificaciones que impulsan la acción y buscan crear hábitos.
Si bien estas herramientas pueden ser de gran ayuda para motivar a las personas, también pueden generar presión, ansiedad e incluso la sensación de nunca ser suficiente. De ese modo, el autocuidado se convierte en otro espacio dedicado a la mejora constante y a un aumento del rendimiento que no tiene fin.

foto por Daniel Schwarz
Well-Being: más allá de la optimización
La noción de well-being adopta una visión más amplia que se refiere al bienestar integral. No busca la mejora constante, sino la creación de condiciones que permitan a las personas vivir vidas significativas y equilibradas. En ese sentido, destaca dimensiones como:
- Emocional: sentir calma, resiliencia y apoyo.
- Social: conexión, pertenencia y confianza.
- Ambiental: entornos que fomenten seguridad y confort.
A diferencia del autocuidado optimizado del wellness, que suele estar comercializado, el bienestar integral de well-being se centra justamente en la integración: de las personas, de las comunidades y de los entornos, para sostener una calidad de vida sostenible y amable con el individuo.
Para el diseño de interacción, esta diferencia importa. Es decir, en lugar de crear apps que extraen más atención y que se centran en el rendimiento constante, el diseño orientado al bienestar integral plantea preguntas como:
¿Cómo podemos crear experiencias que apoyen la presencia, la conciencia y la conexión?
¿Cómo podemos reducir la carga cognitiva de las personas?
Diseño en la práctica: dos enfoques
Consideremos dos ejemplos:
- Un rastreador de pasos que anima a caminar más, recompensando con puntos y recordatorios (diseño orientado al wellness).
- Una app que fomenta caminar conscientemente —sin métricas ni competencia— propiciando la conexión con el entorno y con el propio cuerpo de manera restaurativa (diseño orientado al well-being).
Ambos incentivan el movimiento, pero la filosofía subyacente es distinta. Uno se centra en la productividad y la medición; el otro en la presencia y la experiencia.

FOTO DE Sophie Gerasimenko
Una perspectiva de Calm Design
En Calm Design Lab creemos que esta distinción es crucial. La tecnología diseñada únicamente para el autocuidado optimizado termina demandando más de nuestra atención, reforzando ciclos de autooptimización que parecen no tener fin: nunca eres lo suficientemente bueno ni estás los suficientemente sano. En cambio, el diseño que prioriza el bienestar integral fomenta el equilibrio, reconociendo los entornos, contextos y ritmos de la vida de las personas.
Nuestra investigación explora cómo los principios del arte, los estudios materiales y la tecnología consciente pueden ayudar a desplazar el foco de la extracción de atención hacia la creación de condiciones que favorezcan el florecimiento. Defendemos productos y sistemas que dejen espacio: para descansar, reflexionar y relacionarse con el mundo más allá de la pantalla.
Por supuesto, el autocuidado optimizado del wellness no es inherentemente negativo. Por el contrario, ha generado una conciencia invaluable sobre la salud. Pero si el diseño del bienestar se vincula únicamente al autocuidado y la auto mejora constante, corremos el riesgo de reforzar la presión en lugar de apoyar el florecimiento humano genuino.
El bienestar integral well-being, por el contrario, nos invita a imaginar algo diferente: tecnologías que no solo nos ayuden a hacer más, sino a estar más presentes, equilibrados y conectados. Ahí es donde el diseño calmado puede tener un impacto verdaderamente profundo.


