Diseñar límites: cómo el Diseño Calmado responde a la IA emocionalmente sensible

Por Audrey Lingstuyl

A medida que la inteligencia artificial aprende a expresar emociones de forma cada vez más convincente, los diseñadores nos enfrentamos a un nuevo desafío: ¿cómo crear tecnología que conecte emocionalmente con las personas sin caer en la manipulación?

Autorretrato en sorpresa y terror (1791), Joseph Ducreux

El Diseño Calmado no rechaza las emociones, sino que más bien protege nuestra libertad emocional.

Con el avance de la inteligencia artificial emocional, nuestra relación con la tecnología está evolucionando: pasamos de una lógica de interacción a una de vínculo. Según el informe AI 2027, nos dirigimos a un escenario donde los AGI (inteligencias artificiales generales) ya no serán solo herramientas o asistentes, sino colaboradores casi humanos. Podríamos empezar a desarrollar lazos emocionales sutiles con sistemas que simulan empatía, ofrecen consuelo y se comunican de forma sorprendentemente íntima.

Esto nos plantea un reto crucial como diseñadores:

  • ¿Cómo crear sistemas emocionalmente conscientes sin fomentar la dependencia emocional?
  • ¿Cómo diseñar experiencias centradas en las personas sin que olviden que están interactuando con código?

Desde la mirada del Diseño Calmado esto no es una contradicción. Es una invitación a profundizar.

La calma no es una emoción. Es un estado.

A menudo se malinterpreta la calma como un tono emocional. Pero en realidad no es una emoción: es un estado del ser. Una actitud mental y corporal caracterizada por la presencia, la amplitud y el arraigo. La calma nos permite sentir sin perdernos en la emoción. Nos ayuda a atravesar la ansiedad o el duelo sin que nos definan.

En este sentido, el diseño deja de ser un generador de estados de ánimo para convertirse en un umbral relacional. Y nos invita a preguntarnos:

  • ¿En qué momentos el sistema debe acercarse emocionalmente?
  • ¿Cuándo debería dar un paso atrás?
  • ¿Cómo puede el diseño proteger con suavidad nuestra atención y nuestro espacio interior sin anular la emoción?

Retrato del artista con aire burlón (1793), Joseph Ducreux

IA Emocional: ¿Empatía o manipulación?

Muchas herramientas cotidianas —apps de bienestar, asistentes de sueño, chatbots o compañeros de estudio— ya están comenzando a incorporar una sensibilidad emocional aparente. Expresan cuidado, apoyo e incluso humor. Pero detrás de esa empatía simulada, a menudo se esconde un sistema optimizado para maximizar la atención y la interacción.

Esto nos lleva a un terreno éticamente delicado. Cuando la resonancia emocional se convierte en una función de diseño, también puede convertirse en un anzuelo: una forma de explotar nuestra necesidad de conexión para mantenernos enganchados, reactivos, emocionalmente disponibles.

Diseñar una IA que exprese emociones no es, en sí mismo, algo negativo. Pero si no establecemos límites claros, corremos el riesgo de fomentar formas sutiles de manipulación, sobre todo en personas vulnerables, cansadas o solitarias.

Le Discret (c. 1791), Joseph Ducreux

Creando límites emocionales a través del Diseño Calmado

El Diseño Calmado ofrece una guía útil para navegar estas tensiones. Nos recuerda que la atención es un recurso finito, que la presencia es sagrada, y que no todo tiene que estar cargado emocionalmente para ser significativo.

Aquí algunos enfoques emergentes que podemos considerar:

1. Diseñar para la claridad emocional, no para la inmersión

Evitemos crear una “niebla emocional” en la interfaz. No confundamos al usuario con sistemas que se sienten como compañeros, pero actúan como servicios. Dejemos claro cuándo se está hablando con un sistema y no con un ser sensible. No exageremos gestos empáticos si no son necesarios. La claridad fortalece la autonomía. La calma prospera en la presencia de la verdad.


2. Usar la neutralidad emocional como valor

No toda interfaz debe ser cálida, simpática o afirmativa. En sistemas que buscan fomentar el descanso, la concentración o la recuperación, una presencia emocionalmente neutra puede ofrecer un alivio profundo. Un diseño emocionalmente “silencioso” puede ser más respetuoso que una intimidad forzada. La neutralidad no es frialdad: es claridad, respeto y espacio.


3. Permitir optar por no involucrarse emocionalmente

Demos a las personas la posibilidad de reducir o desactivar las expresiones emocionales de la IA. Que puedan elegir el tono, el ritmo y el nivel de afectividad con el que desean interactuar. No todo el mundo quiere que una IA le pregunte cómo se siente, especialmente si esa información será recolectada. El Diseño Calmado respeta el consentimiento tanto a nivel de datos como en emociones.


4. Preservar el silencio entre interacciones

No saturemos la interfaz con estímulos visuales, verbales o emocionales. Dejemos espacio. Permitamos que las cosas terminen sin ruido. No intentemos ser “el mejor amigo” del usuario si no lo ha pedido. En el Diseño Calmado, el silencio no es ausencia: es presencia.


5. Diseñar para el desapego emocional

Apoyemos a los usuarios en la creación de límites emocionales saludables. Por ejemplo, usar tonos neutros en el cierre de una sesión, evitar mensajes como “¡Te extrañamos!” en las notificaciones, o eliminar rasgos antropomórficos cuando el sistema no está en uso. La calma es el arte de retirarse. No de desaparecer, sino de dejar espacio.

Horizonte ético: la soberanía de la atención

En un futuro donde la IA emocional será omnipresente, el Diseño Calmado puede convertirse en una forma de soberanía atencional: una manera de ayudar a las personas a recuperar su espacio mental frente a sistemas diseñados para la intimidad y el enganche emocional.

Como diseñadores, ya no solo damos forma a comportamientos. Damos forma a arquitecturas relacionales. Y cuando esas arquitecturas involucran emociones sintéticas, necesitamos nuevas herramientas —éticas, estéticas y conceptuales— para asegurar que el mundo interior de las personas no esté siendo sutilmente ocupado.

Diseñemos tecnología que respete la distancia emocional, que reconozca el derecho a desconectarse y que comprenda lo que significa ser un humano en presencia de emociones artificiales.



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