IMAGEN POR Lee Jeffs
Cada notificación, cada bucle de scroll, cada decisión de diseño redirige nuestro foco y nuestro poder.
Una y otra vez, vuelvo al texto de Richard Buchanan Declaration by Design: Rhetoric, Argument, and Demonstration in Design Practice. En él, Buchanan nos recuerda que todo diseño es una forma de retórica. Comunica ideas, argumentos y visiones del mundo. Un objeto o interfaz diseñada no solo resuelve un problema funcional; expresa una visión de cómo podría ser el mundo y qué lugar ocupa el ser humano en él.
Cada decisión de diseño, desde la disposición de un sitio web hasta la lógica de un algoritmo, incorpora supuestos sobre lo que importa y lo que no. El diseño nunca es neutral. Convence, dirige y moldea la experiencia.

El artículo de Buchanan profundiza en las dimensiones retóricas del diseño, destacando el papel del argumento y la demostración en su práctica. Subraya que el diseño no solo trata de estética o funcionalidad, sino que es una forma de comunicación con implicaciones persuasivas y éticas profundas.
La política de la calma
En el panorama actual, dominado por la llamada carrera de la IA, esto se hace aún más evidente. La tecnología evoluciona más rápido que la regulación, mientras que el debate público lucha por mantenerse al día. Empresas y naciones compiten por lanzar nuevos modelos, automatizar más tareas y recopilar más datos, a menudo sin considerar las consecuencias sociales o psicológicas a largo plazo.
En este contexto, optar por diseñar con calma es, efectivamente, un acto político. Resiste la lógica de velocidad, escala y dominación de mercado que impulsa gran parte del desarrollo tecnológico actual. Propone otra relación con la tecnología: una basada en la reflexión, la seguridad y el cuidado.
Incluso Mark Weiser, quien introdujo el concepto de Calm Technology en los años 90, reconoció la dimensión política de la invención. En sus Principles for Inventing Socially Dangerous Technologies, propuso dos reglas esenciales:
- Construir las tecnologías del modo más seguro posible, incorporando todas las salvaguardas para los valores humanos.
- Informar al mundo de que se está diseñando algo potencialmente peligroso, de modo que otras personas o el propio entorno puedan actuar como observadores, auditores o, al menos, mantenerse atentos.
Estos principios revelan una profunda conciencia ética. Weiser entendía que la tecnología nunca es inocente; siempre altera las condiciones de vida. Diseñar tecnología calmada, por lo tanto, no es solo una cuestión de interfaz o usabilidad, sino una postura de responsabilidad.

IMAGEN POR Stacey Knipe
El Diseño Calmo como resistencia
Diseñar con calma es cuestionar la lógica predominante de extracción de atención, persuasión algorítmica y aceleración tecnológica. Es decir no a la idea de que innovación siempre significa “más”: más datos, más interacción, más velocidad.
En cambio, la calma diseñada pregunta: ¿Qué tipo de mundo estamos construyendo y a qué costo para la presencia humana y el bienestar colectivo?
En un momento en que tecnologías como la IA están siendo instrumentalizadas —alimentadas por nacionalismos, ambiciones de mercado y la búsqueda de dominio— la calma diseñada ofrece un paradigma alternativo. Sugiere que el progreso también puede significar contención, que la responsabilidad puede ser una forma de innovación, y que, a veces, el acto más radical es reducir la velocidad.
Un llamado al diseño consciente
La pregunta no es si el diseño debería ser político; ya lo es. La pregunta es: ¿a qué política queremos que sirvan nuestros diseños?
El diseño tiene el poder de reforzar sistemas de control o de abrir espacios de empatía y reflexión. El diseño para la calma elige lo segundo. Aboga por tecnologías que respeten la atención, protejan valores y fomenten una relación más humana con nuestras herramientas.
En este sentido, la calma diseñada es sí, una filosofía de diseño, pero también un compromiso ético y político con un futuro más consciente.

imagen por Lala Azizli